EL ADORABLE DIOS DE LOS CAMINOS.
Por Juan Manuel Casanova.
Para los yorubas entre el cielo y la tierra existe una divinidad elemental que propicia o impide la realización de cualquier propósito bienhechor de Olorun y los 16 Orishas que comandan los 16 Misterios Supremos de la Creación. Este Espíritu Superior, surgido en la pre-existencia es conocido como Eshu-Elewará que en un principio dominó el magisterio de la Oscuridad y más tarde se transmutó en una entidad de carácter dicotómico, en la que el bien y el mal conviven en reciprocidad dialéctica. Esta dicotomía determinó que Eshu se convirtiera en el culto más relevante de todo el multiétnico territorio del sudoeste nigeriano.
Dentro del sistema de creencias yoruba Eshu-Elewará devino en una especie de llave maestra, sin el concurso de la cual no podrían abrirse las puertas secretas que daban el acceso mágico a cualquier acto ritual. Por eso es el primero de todos y en todas las cosas.
En un principio y por los abundantes sacrificios que se le ofrecían a Eshu-Elewará, sus ritos causaban verdadero pavor entre la población donde tenían lugar la realización de sus Cultos, sobre todo en aquellos sitios donde se le adoraba como Eshu-Elufé, cuyos enormes genitales descansaban sobre un pilar de piedras, transfiriendo a sus cultores los poderes de la fertilidad. Las formas primitivas que, muy en especial, revestía el Culto de Elufé, determinó que durante el siglo XIX, las autoridades británicas calificaran de siniestros estos ritos y sus devotos fueran brutalmente perseguidos.
Con el tiempo, el carácter maléfico de Eshu se fue mitigando dando lugar a un culto más bienhechor y doméstico. En las aldeas africanas se le comenzó a adorar en pilares de piedras que en forma de altares sus seguidores edificaban a las entradas de los pueblos, las encrucijadas y en las puertas y accesos exteriores de los templos. En Cuba, sus devotos ofrecieron al Culto de Eshu-Elewará, un espacio dentro de sus casas, convirtiéndolo en el patrón defensor de sus hogares y lo asociaron al católico Niño de Atoche. Eshu fue imaginado como un niño hiperactivo al que debían premiar y consentir con golosinas, monedas, reverencias y sacrificios.
Eshu-Elewará encuentra su equivalente mitológico egipcio en el dios Shu, que según las leyendas, surgió de las aguas primaverales y es representado como una figura antropomórfica sentada con los brazos extendidos separando a Sibu, el dios de la Tierra, de Nuit, la diosa del Cielo Estrellado. Eshu-Elewará es también asociado al egipcio Set, que era la divinidad más adorada por los habitantes del norte de Egipto y a su enemigo principal Horus, un dios que idolatraban los invasores asiáticos del Bajo Egipto.
De acuerdo a ciertas analogías, válida también con figuras del panteón mitológico helénico y románico, en el Culto de Eshu-Elewará está contenido la doble adoración Horus-Set. De hecho, al igual que en Egipto, en Nigeria, Eshu es representado por un pilar de rocas. En Cuba, el que se inicia en la religión de los Orishas o Santería, como hijo de Elewá, deberá sentarse en un trono de piedra donde se desarrolla una parte de su consagración.
El carácter bienhechor de Eshu proviene de Shu y su malevolencia de Set. De algún modo esta dicotomía parece estar asociada a cierto período donde el país de los faraones se encontraba bajo el doble influjo religioso de Horus-Set.
Después del aire y el agua, Eshu es el elemento más antiguo del Universo. Su filosofía nos enseña a crecer espiritualmente a través del vencimiento de los obstáculos y la superación de las dificultades. Las incongruencias que emanan de sus acciones confirman el carácter metafísico de la existencia. El espíritu de Eshu tiene la capacidad de dividirse y multiplicarse en numerosas legiones. Los miembros de estos espíritus legionarios abarcan todos los aspectos de la vida y la naturaleza, por eso sus acciones están presentes en todo. Los Orishas recurren a él, a pedirle su ayuda y es amigo inseparable de Orunmila.
La iconografía afrocubana recoge la imagen de Elewá, como una cabeza trapezoidal construida de cemento, con ojos, boca, nariz y orejas formadas por pequeños caracoles. La parte superior de la figura esta rematada por una cuchilla de hierro, una pluma (generalmente de loro o tiñosa) y unas cuentas amarillas que alternadas con verdes indican su procedencia de IFA. Los íconos de Elewá de cuerpo completo diseñados en madera son menos frecuentes en Cuba que en Nigeria. Los elewases pueden tener desde una hasta cuatro caras y también adoptan las formas de bastones. Las representaciones femeninas de Elewá, frecuentemente observadas en África, son casi inexistentes en la iconografía afrocubana. La imagen de piedra o madera muchas veces es sustituida por un coco seco.
COLORES PRINCIPALES DE ELEWA:
- Negro y rojo. Negro y blanco.
ELEMENTOS DE LA NATURALEZA O LUGARES PROPICIOS DONDE EXPRESA SU FUERZA:
- Los Caminos. Las entradas de los pueblos, de las casas, de los Templos. Los Senderos. Los puntos cardinales. Los Basureros. Las Encrucijadas. Las esquinas de las calles. Las maniguas. Otros.
SIMBOLOS O REPRESENTACIONES PREPONDERANTES:
- El Infortunio, los Trucos y las Trampas. La llave del Destino. Los garabatos. El poder de la Discordia. El Principio y el Fin. La unidad de lo Bueno y lo Malo. El Yin y el Yang.Otros.
sábado, 21 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario