Andrés Petit. Un mago del sincretismo religioso.
La labor del sincretismo religioso forzado no solo se produjo bajo el patrocinio de los cabildos africanos organizados por los católicos con vista a destruir las bases de religiosidad del negro y sustituirlas finalmente por la adoración de las imágenes de la Iglesia Romana. A partir del segundo tercio del siglo XIX tiene lugar en Cuba, la aparición de organizaciones religiosas que ostentaban un tinglado sincrético en sí misma. La representación más típica de todas ellas se encuentra en una rama criolla del Palo Monte, denominada Santo Cristo del Buen Viaje, cuyo nombre se debe a la sede de una piadosa Orden de Carmelitas Descalzos, ubicada en una ermita próxima a los puertos habaneros de la Alameda de Paula.
El fundador de la organización palera Santo Cristo del Buen Viaje fue Andrés Facundo de los Dolores Petit, un mulato legendario de descendencia francesa que a la misma vez era misionero franciscano, Tata Nganga y alto jerarca de la Sociedad Secreta Abakwá.
Andrés Petit no solo apareó los santos católicos a los orishas yorubas y a los mpungos paleros sino que también adulteró los fundamentos doctrinarios del Palo Monte y el Abakwá, incorporándoles el crucifijo, el bastón de olivo traído por él de Jerusalén y otros elementos devocionales de la Iglesia Católica. Este ecléctico franciscano propició que las procesiones abakwá (beromos) pasaran por las puertas de las iglesias locales a recibir el beneplácito de sus párrocos. Pero la aceptación de los sectores blancos de la sociedad colonial a que los abakwas o ñáñigos salieran a la calle a realizar demostraciones de sus Potencias y Juegos con sus Diablitos (Iremes) o bailarines encapuchados, armados de plumeros, bastones y exhibiendo sus tétricos trajes (makondó), se basaban más bien en la similitud que estos tenían con ciertas figuras de las celebraciones peninsulares del Corpus Cristi, llamadas Mamelucos.
Lydia Cabrera observaba un alto grado de amplitud en el ideal religioso de Andrés Petit: “Todas las religiones son buenas y cuanto más se profesen mejor. Así pensaba Andrés Petit que perteneció a todas - señala la antropóloga cubana- Eso es la Institución del Santo Cristo del Buen Viaje. Fusión de todos los cultos. De lo material con lo espiritual… En eso demostraba Petit… una tolerancia griega aceptando cualquier culto o creencias de pueblos extraños…”
El Dr. Gaspar Navarro calificaba a Petit como un buen católico conjurador que conocía los Misterios de la Santísima Cruz como arma defensiva y ofensiva contra el Demonio. Sus ahijados paleros fueron adoctrinados en conjugar los espíritus y divinidades africanas con el poder del crucifijo para combatir las peores brujerías y maleficios o para conseguir cualquier propósito amoroso o destructivo.
Aprovechando su alta posición en la Sociedad Sccreta Abakwá, Andrés Petit transfirió en los años 60 del siglo XIX, una buena parte de sus poderes para fundar la primera fraternidad secreta abakwá para hombres blancos, llamándola Akanarán Efó Okobio Mukarará (Madre Efó de los Abakwá Blancos). Con ello, Petit logró romper el más grande tabú del ñañiguísmo: el hombre blanco. Un tabú que hasta la década de 1820 había regido para los negros criollos y mulatos.
Una de las razones que llevaron a Andrés Petit a jurar hombres blancos dentro de la Sociedad Secreta fueron las influencias y el dinero que éstas reportaban para obtener la libertad de numerosos esclavos.”El Caballero de Color”, como también le llamaban murió en 1889 en la Villa de Guanabacoa, La Habana. Su vida, su obra y su muerte han estado envueltas en un gran enigma, tanto para los hombres blancos a quien les abrió las puertas vedadas de las religiones afrocubanas, como para los negros que por tal motivo lo consideraron un traidor o agente misterioso de la Iglesia.“ La posteridad ñáñiga y kimbisa – señala Lydia Cabrera – hoy lo contempla como a un mago dotado de extraordinarios poderes, capaz de convertir el agua en vino (por lo menos en una ocasión tornó el agua en leche) y como dice Tankewo, de apagar y encender el sol cuando le daba la gana”.
Juan Manuel Casanova.
La labor del sincretismo religioso forzado no solo se produjo bajo el patrocinio de los cabildos africanos organizados por los católicos con vista a destruir las bases de religiosidad del negro y sustituirlas finalmente por la adoración de las imágenes de la Iglesia Romana. A partir del segundo tercio del siglo XIX tiene lugar en Cuba, la aparición de organizaciones religiosas que ostentaban un tinglado sincrético en sí misma. La representación más típica de todas ellas se encuentra en una rama criolla del Palo Monte, denominada Santo Cristo del Buen Viaje, cuyo nombre se debe a la sede de una piadosa Orden de Carmelitas Descalzos, ubicada en una ermita próxima a los puertos habaneros de la Alameda de Paula.
El fundador de la organización palera Santo Cristo del Buen Viaje fue Andrés Facundo de los Dolores Petit, un mulato legendario de descendencia francesa que a la misma vez era misionero franciscano, Tata Nganga y alto jerarca de la Sociedad Secreta Abakwá.
Andrés Petit no solo apareó los santos católicos a los orishas yorubas y a los mpungos paleros sino que también adulteró los fundamentos doctrinarios del Palo Monte y el Abakwá, incorporándoles el crucifijo, el bastón de olivo traído por él de Jerusalén y otros elementos devocionales de la Iglesia Católica. Este ecléctico franciscano propició que las procesiones abakwá (beromos) pasaran por las puertas de las iglesias locales a recibir el beneplácito de sus párrocos. Pero la aceptación de los sectores blancos de la sociedad colonial a que los abakwas o ñáñigos salieran a la calle a realizar demostraciones de sus Potencias y Juegos con sus Diablitos (Iremes) o bailarines encapuchados, armados de plumeros, bastones y exhibiendo sus tétricos trajes (makondó), se basaban más bien en la similitud que estos tenían con ciertas figuras de las celebraciones peninsulares del Corpus Cristi, llamadas Mamelucos.
Lydia Cabrera observaba un alto grado de amplitud en el ideal religioso de Andrés Petit: “Todas las religiones son buenas y cuanto más se profesen mejor. Así pensaba Andrés Petit que perteneció a todas - señala la antropóloga cubana- Eso es la Institución del Santo Cristo del Buen Viaje. Fusión de todos los cultos. De lo material con lo espiritual… En eso demostraba Petit… una tolerancia griega aceptando cualquier culto o creencias de pueblos extraños…”
El Dr. Gaspar Navarro calificaba a Petit como un buen católico conjurador que conocía los Misterios de la Santísima Cruz como arma defensiva y ofensiva contra el Demonio. Sus ahijados paleros fueron adoctrinados en conjugar los espíritus y divinidades africanas con el poder del crucifijo para combatir las peores brujerías y maleficios o para conseguir cualquier propósito amoroso o destructivo.
Aprovechando su alta posición en la Sociedad Sccreta Abakwá, Andrés Petit transfirió en los años 60 del siglo XIX, una buena parte de sus poderes para fundar la primera fraternidad secreta abakwá para hombres blancos, llamándola Akanarán Efó Okobio Mukarará (Madre Efó de los Abakwá Blancos). Con ello, Petit logró romper el más grande tabú del ñañiguísmo: el hombre blanco. Un tabú que hasta la década de 1820 había regido para los negros criollos y mulatos.
Una de las razones que llevaron a Andrés Petit a jurar hombres blancos dentro de la Sociedad Secreta fueron las influencias y el dinero que éstas reportaban para obtener la libertad de numerosos esclavos.”El Caballero de Color”, como también le llamaban murió en 1889 en la Villa de Guanabacoa, La Habana. Su vida, su obra y su muerte han estado envueltas en un gran enigma, tanto para los hombres blancos a quien les abrió las puertas vedadas de las religiones afrocubanas, como para los negros que por tal motivo lo consideraron un traidor o agente misterioso de la Iglesia.“ La posteridad ñáñiga y kimbisa – señala Lydia Cabrera – hoy lo contempla como a un mago dotado de extraordinarios poderes, capaz de convertir el agua en vino (por lo menos en una ocasión tornó el agua en leche) y como dice Tankewo, de apagar y encender el sol cuando le daba la gana”.
Juan Manuel Casanova.
No hay comentarios:
Publicar un comentario